Muchas mujeres logran concretar el sueño de su anhelado embarazo, sin embargo, en el transcurso pueden existir factores que derivan a una pérdida. Incluso repitiéndose, derivando en abortos frecuentes.
Estas interrupciones se dan dentro de las 20 semanas de gestación. Su diagnóstico es dado tras el fracaso de 3 o más embarazos de forma natural continuamente, el cual aumenta en mujeres mayores de 40 años. Donde las causas pueden ser diversas hasta desconocidas para algunas; sin embargo, una de estas es la trombofilia.
¿Y qué son las trombofilias?
La trombofilia es un trastorno en el sistema sanguíneo, donde se forman coágulos anormales, aumentando las posibilidades de padecer de trombosis. Aunque el cuerpo produce normalmente estos coágulos para evitar posibles hemorragias, cuando existe este desorden, se producen de más, generando problemas, como por ejemplo en el desarrollo del feto, causando abortos espontáneos.
El Dr. Roly Hilario, especialista de la Clínica Procrear, menciona que “existen dos tipos de trombofilias, las hereditarias o congénitas; donde se nace con esa predisposición y, las trombofilias adquiridas que pueden aparecer por enfermedades autoinmunes, como el Síndrome Anticuerpos Antifosfolípido”.
¿Cómo afecta el embarazo?
En el embarazo, se forman coágulos como un mecanismo que genera el cuerpo en modo de protección y preparación para detener hemorragias al momento del parto. El problema surge cuando este proceso natural obstruye los vasos sanguíneos y dificulta la oxigenación y nutrición del feto, poniéndolo en riesgo. Por lo que es una de las causas frecuentes de aborto.
¿Cuándo realizar este diagnóstico de trombofilia?
Se recomienda realizar este tipo de estudio cuando se tiene la dificultad para lograr un embarazo, fallos de implantación en FIV y en abortos de repetición. Para el diagnóstico de trombofilias se realizan exámenes de laboratorio o muestras de sangre, como el set de trombofilias congénitas y adquiridas.
La trombofilia es una enfermedad silenciosa, por lo cual, no presenta síntomas, pero aquellas mujeres que han tenido embarazos previos y han presentado preeclampsia, desprendimiento de placenta o que han tenido bebés muy pequeños y sobre todo abortos, deben realizarse exámenes que ayuden a descartar o diagnosticar este trastorno.
“Cuando se diagnostica este trastorno, se puede prevenir sus consecuencias. El tratamiento es básicamente el uso de la heparina de bajo peso molecular, que son vacunas que tienen que aplicarse desde el momento en que se realiza la transferencia embrionaria o desde que se enteran que están embarazadas, como en embarazos espontáneos. Es completamente seguro para el bebé y para la mamá, se utiliza durante todo el embarazo y los resultados son muy satisfactorios comparados a quienes no reciben ninguna medicación”, asegura el especialista.
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