Un día como hoy, hace 41 años ocurrió el nacimiento de la primera bebé probeta, un hecho que marcó la historia de la salud reproductiva. Louise Brown fue la primera bebé procreada por medio de la fecundación in vitro (FIV).

Louise Brown nació el 25 de julio de 1978 en Manchester, gracias a la FIV en el hospital Dr. Kershaw en Royton, Inglaterra. De acuerdo con un informe presentado por la Autoridad de Fertilización Humana y Embriología de Reino Unido, actualmente más de ocho millones de niños han nacido por fecundación in vitro, debido a la cantidad de tasas de éxito, además de otros tratamientos avanzados de fertilidad.

En aquellos años su nacimiento fue un gran acontecimiento, por ser una bebé probeta, siendo constituido como uno de los avances científicos de gran importancia en el siglo XX.

Sus padres intentaron tener un hijo durante nueves años sin éxito; la causa de infertilidad era un problema en las trompas de Falopio de la madre, tras ese diagnóstico, acuden a los doctores Robert Edwards y Patrick Steptoe, quienes llevaban investigando durante décadas como dar solución a la infertilidad.

En aquel momento el procedimiento causó gran polémica; sin embargo, en la actualidad existen diversas clínicas especializadas en la fecundación in vitro en el mundo, que diariamente reciben a muchas parejas que requieren de técnicas de reproducción asistida y que también ha beneficiado a madres solteras. La técnica realizada en sus inicios por el ginecólogo Patrick Steptoe y el Nobel de Medicina, el Dr. Robert Edwards, marcó el hito de la reproducción asistida, que actualmente tiene un 85% más de posibilidades de éxito.

El Dr. Julio Dueñas de la Clínica ProCrear menciona que “actualmente las investigaciones y nuevas tecnologías han permitido elevar las tasas de éxito en los tratamientos de reproducción; como la ovodonación, en caso de mujeres que no pueden tener hijos con sus propios óvulos, ya sea por dificultades en la calidad y cantidad de óvulos o por la menopausia; el uso de la inyección intracitoplasmática (ICSI), que se utiliza ante la respuesta de baja fertilidad masculina, donde se selecciona al mejor espermatozoide para introducirlo al óvulo y formar el embrión.

Así como la realización del screenning genético preimplantacional (PGS) que permite la identificación de anomalías cromosómicas y la postergación de la maternidad, donde las mujeres congelan sus ovocitos, con técnicas como la vitrificación, conservandose en óptimas condiciones.